Historia

Introducción

Estoy seguro, que aún para el más científico de los científicos, como para el más ateo de los ateos, la naturaleza es de origen Divino. Su sola concepción, la infinita complejidad de los elementos que la estructuran, tanto como la perfecta sincronización entre ellos para perpetuar la vida, habrían constituido para el hombre, una tarea imposible de realizar.

El contacto con la naturaleza nutre nuestro espíritu y fortalece la salud, constituyendo ambos, nuestro más apreciado patrimonio. El don de disfrutar de la naturaleza, si bien es cultivable, lo tenemos todos desde niños, en mayor o menos escala. El agrado que sentimos al ir a pasear por un parque, con árboles que parecieran distribuidos al azar, en medio de un césped surcado por caprichosos senderos, así lo confirma. ¿Qué nos lleva a subir, aún con esfuerzo a un empinado cerro, si no es ampliar nuestra visión de las maravillas naturales, ocasionalmente realzadas por el hombre? ¿Cuánto disfrutamos admirando una modesta florecilla silvestre, o un hermoso copihue, que inesperadamente aparece ante nosotros como escondido, e inseguro de su belleza? ¿cómo explicar, sin aceptar la premisa, el afán de encontrar y saborear una diminuta fresa, pudiendo comprar cómodamente grandes y sabrosas?

La salida a «camping» nos brinda tal ves una de las maneras más efectivas de ponernos en contacto con la naturaleza; separándonos de la monotonía del diario vivir; pero, perdónenme los adeptos a la playa y el mar, estimo es la cordillera donde estos dos efectos, adquieren su máxima expresión. La forma extraordinariamente variada de presentarse ante  nosotros en las diversas épocas del año, producen en nuestro espíritu reacciones tales, que pareciera que la altura, nos hiciera sentirnos más cerca de Dios.

La primavera, con sus verdes en los más variados matices, salpicando con el blanco o rosado los capullos en flor, nos relaja y nos lleva a pensar en lo lindo «del vivir».

Parece que el verano fuera la época que la cordillera nos ofrece menos sensaciones extraordinarias, tal vez porque no las valorizamos. La parte correntosa de un río, o una cascada, representan el movimiento, el poder; mientras un remando, la quietud que tanto necesitamos en los actuales tiempos. Los enormes cerros, con sus picachos apuntando al cielo, nos debería hacer pensar en lo insignificantes que somos; en lo inútil del orgullo y del rencor, y lo bello del perdón y la bondad. Increíble la tranquilidad con que recorremos las laderas de un volcán, sabiendo que en breves momentos puede transformarse en la imagen perfecta del infierno.

Llega el otoño y el colorido en general cambia, y aunque el dorado y rojo levantan el espíritu, la caída de las hojas nos hace pensar en el pasar del tiempo, transitorio en la naturaleza, pero que en el ser humano no tiene nueva primavera.

Luego, el invierno, todo,  se cubre con el manto blanco de la nieve; maldición para los animales y problemas para el hombre. Pero he aquí  donde el deporte permite encontrarle su encanto. Una excursión sobre ella, aún cometiendo el pecado de quitarle su aspecto inmaculado, parece limpiar el alma con su blancura, y sentirse uno pisando el suelo menos áspero que el corriente. Luego el ski cuya sensación maravillosa es indiscutible. Basta pensar que antes de existir los andariveles se subía con titánico esfuerzo una hora, para tener la delicia de deslizarse un minuto. Los efectos del ejercicio sobre el cuerpo, se evidencian al ver una buena esquiadora deslizándose por una ladera, ya que semeja una escultura pero con características opuestas: movimiento y elasticidad, en vez de estática y rígida.

Tanta belleza es en ocasiones desfigurada al desatarse la furia de los elementos, y es entonces cuando como por arte de magia aparece un «Refugio» que nos cobija. El abrigo, la convivencia y el calor humano, borran el horrorizante aspecto del temporal que se transforma en interesante espectáculo, permitiéndonos esperar un nuevo día. Pero este «Refugio» no es obra de la magia, sino construido por el hombre.

Estas últimas consideraciones me han impulsado a escribir esta breve reseña de la Historia del Club Andino de Concepción, como retribución a las múltiples oportunidades que me brinda, para convivir con parientes y amigos, en contacto con la naturaleza.

Escenario de actividades

La Región del Valle del Renegado, o “Valle de las Termas”, por estar ubicada en él las Termas de Chillán, es bastantemente conocida por la antigüedad e importancia de éstas, como por estar localizados en su extremo Nor-Oriente los “Nevados de Chillan”. Además, históricamente, por encontrarse en él la “Cueva de los Pincheira”, albergue en el siglo pasado, de los famosos bandoleros de ese nombre y para cuya reducción habría sido necesario emplear fuerzas del ejército. Finalmente, en Concepción, por su vecindad con el fundo Atacalco, de don Oscar Heck, muy frecuentado por los penquistas.

En las primeras décadas de 1900, en verano, este valle adquiría movimiento por el tránsito de las personas que subían a las Termas, como por los piños de animales que los arrieros llevaban a las “veranadas” (valles fértiles más al interior de la cordillera).

Para llegar a la región, había que valerse de un trencito de trocha angosta, que subía por el lado Norte (izquierdo) del río Chillán, pasando por Coihueco, hasta la Estación Esperanza, más o menos a 40 kilómetros de dicha ciudad. Luego atravesaba el río por un puente aún existente hoy día, para seguir por el lado Sur hasta Recinto. No estando dotado de cremallera, a pesar de tener que subir más de 600 metros de altura en su trayecto, hacía que en partes del recorrido la velocidad fuera lenta, que hubiera permitido ir caminando a su lado. En cambio, de bajada, a pesar de los frenos, en algunos casos tomaba velocidad como para que al llegar a las curva, cayeran de las rejillas, maletas y paquetes en medio de un pánico general.

El paisaje del recorrido, combinación de río y bosque semi virgen, con telón de fondo las altas cumbres de la cordillera, era bello e interesante.

De Recinto hacia arriba había un servicio de autos de las Termas; éstos eran Packart, tipo turismo, o sea abiertos con capota (techo de lona), que daban hasta 3 kilómetros por litro, pero tenían enorme fuerza para remontar las formidables subidas del camino.

Debía decir que antes de ese servicio, existió para los visitantes de las Termas un sistema de “Diligencias” con dos parejas de caballos. Por cierto que existían otros medios aún más rústicos para hacer el trayecto, como caballos, mulas, carreteras familiares, que comúnmente se denominaban “carretón familiar”, o sencillamente había que decidirse a hacerlo a pie.

Todo esto en verano, pero llegaba el invierno, se cerraban las Termas, y se tapiaban puertas y ventanas; bajaban los arrieros con sus piños de animales, y después de las primeras nevadas, en el extremo del valle, en cuanto a vida humana, sólo quedaba estable el cuidador de las Termas con su familia en el sitio denominado “Las Trancas”. Primero don Juan Antonio Oyarce, y luego Zenén Ocares, ocuparon este puesto durante largos años; por el conocimiento de la zona, como por su carácter amable y servicial pasa a ser su presencia en ese lugar, de inestimable valor para los deportistas que nos aventurábamos a llegar a la zona en invierno.

De “Las Trancas” hacia arriba, el valle quedaba a merced de pumas y cóndores. Al subir hasta las Termas, era corriente encontrar en el interior de unas rústicas construcciones de madera llamadas “chaleses”, montones de huesos liebres y zorros que atestiguaban lo dicho.

Sólo unos cinco kilómetros más debajo de “Las Trancas”, en la parte denominada El Marchant, se encontraban algunas casas de inquilinos, como don Belardino Oyarce, donde se podía encontrar refugio.

La belleza de la zona cubierta de nieve, generalmente de superficie inmaculada, o con sólo pequeñas huellas de zorro o gallinas de monte, era sobrecogedora. Los árboles emergiendo de la nieve, el Renegado surcándola raudamente, las cascadas, congeladas en los días extraordinariamente fríos, completaban su encanto.

Pero para recorrerla, los no esquiadores, con mucha suerte, lograban conseguir caballos, o sencillamente había que decidirse a hacerlo a pie, cuando más ayudados por “raquetas para nieve”.

La Región del Valle del Renegado, o “Valle de las Termas”, por estar ubicada en él las Termas de Chillán, es bastantemente conocido por la antigüedad e importancia de éstas, como por estar localizados en su extremo Nor-Oriente los “Nevados de Chillan”. Además, históricamente, por encontrarse en él la “Cueva de los Pincheira”, albergue en el siglo pasado, de los famosos bandoleros de ese nombre y para cuya reducción habría sido necesario emplear fuerzas del ejército. Finalmente, en Concepción, por su vecindad con el fundo Atacalco, de don Oscar Heck, muy frecuentado por los penquistas.

En las primeras décadas de 1900, en verano, este valle adquiría movimiento por el tránsito de las personas que subían a las Termas, como por los piños de animales que los arrieros llevaban a las “veranadas” (valles fértiles más al interior de la cordillera).

Para llegar a la región, había que valerse de un trencito de trocha angosta, que subía por el lado Norte (izquierdo) del río Chillán, pasando por Coihueco, hasta la Estación Esperanza, más o menos a 40 kilómetros de dicha ciudad. Luego atravesaba el río por un puente aún existente hoy día, para seguir por el lado Sur hasta Recinto. No estando dotado de cremallera, a pesar de tener que subir más de 600 metros de altura en su trayecto, hacía que en partes del recorrido la velocidad fuera lenta, que hubiera permitido ir caminando a su lado. En cambio, de bajada, a pesar de los frenos, en algunos casos tomaba velocidad como para que al llegar a las curva, cayeran de las rejillas, maletas y paquetes en medio de un pánico general.

El paisaje del recorrido, combinación de río y bosque semi virgen, con telón de fondo las altas cumbres de la cordillera, era bello e interesante.

De Recinto hacia arriba había un servicio de autos de las Termas; éstos eran Packart, tipo turismo, o sea abiertos con capota (techo de lona), que daban hasta 3 kilómetros por litro, pero tenían enorme fuerza para remontar las formidables subidas del camino.

Debía decir que antes de ese servicio, existió para los visitantes de las Termas un sistema de “Diligencias” con dos parejas de caballos. Por cierto que existían otros medios aún más rústicos para hacer el trayecto, como caballos, mulas, carreteras familiares, que comúnmente se denominaban “carretón familiar”, o sencillamente había que decidirse a hacerlo a pie.

Todo esto en verano, pero llegaba el invierno, se cerraban las Termas, y se tapiaban puertas y ventanas; bajaban los arrieros con sus piños de animales, y después de las primeras nevadas, en el extremo del valle, en cuanto a vida humana, sólo quedaba estable el cuidador de las Termas con su familia en el sitio denominado “Las Trancas”. Primero don Juan Antonio Oyarce, y luego Zenén Ocares, ocuparon este puesto durante largos años; por el conocimiento de la zona, como por su carácter amable y servicial pasa a ser su presencia en ese lugar, de inestimable valor para los deportistas que nos aventurábamos a llegar a la zona en invierno.

De “Las Trancas” hacia arriba, el valle quedaba a merced de pumas y cóndores. Al subir hasta las Termas, era corriente encontrar en el interior de unas rústicas construcciones de madera llamadas “chaleses”, montones de huesos liebres y zorros que atestiguaban lo dicho.

Sólo unos cinco kilómetros más debajo de “Las Trancas”, en la parte denominada El Marchant, se encontraban algunas casas de inquilinos, como don Belardino Oyarce, donde se podía encontrar refugio.

La belleza de la zona cubierta de nieve, generalmente de superficie inmaculada, o con sólo pequeñas huellas de zorro o gallinas de monte, era sobrecogedora. Los árboles emergiendo de la nieve, el Renegado surcándola raudamente, las cascadas, congeladas en los días extraordinariamente fríos, completaban su encanto.

Pero para recorrerla, los no esquiadores, con mucha suerte, lograban conseguir caballos, o sencillamente había que decidirse a hacerlo a pie, cuando más ayudados por “raquetas para nieve”.

Etapas de la vida del club

Me he permitido distinguir en la vida del Club durante estos cincuenta años de existencia, cuatro etapas: cada una con características propias de actividad. A su vez, en la segunda y tercera relataré separadamente los aspectos administrativos y de mejoras materiales de los refugios, de aquellos de convivencia y deporte.

Primera etapa (1935-1940): fundación y estructuración del Club; construcción de refugios como base de operaciones; problemas internos.

Segunda etapa (1940-1965): convivencia en el Refugio “Garganta del Diablo”; excursiones y práctica de ski en sus alrededores.

Tercera etapa (1965- 1980): principalmente convivencia en el “Aserradero”, excursionismo, y en oequeña escala, práctica del ski en sus alrededores (cancha de los novicios); muy esporádicamente subidas a Garganta del Diablo o a las Termas.

Cuarta etapa (1980- 1984) : convivencia en  el Aserradero y práctica intensa del ski en las canchas de las Termas.

Primera Etapa

A fines del año 1934, un grupo de personas, compuesto por penquistas y chillanejos, amantes de la naturaleza y el ddeporte, conciben la idea de crear un club para incentivar la práctica del ski, actividad que se desarrollaría en la zona anteriormente descrita. Con el objeto de concretar esta idea, el 8 de diciembre del mismo año, los señores Alfredo Cox y Benno Bornholdt de Chillán, Carlos Klein, Ignacio González G. , Temístocles Rojas, Reinaldo Aste, Helmuth Brunner y Miguel Palet de Concepción, se reúnen en la Biblioteca del CentroEspañol de Concepción, y fundan un Clubque denominan “Ski Club Chile Sección Sur”, estableciendo la sede en Concepción. Encargan de inmediato a los señores Cox y Bornholdt, obtener de la Municipalidad de Chillán, permiso para construir en sus terrenos, un “chalet refugio”, cerca del camino de las Termas, entre los lugares llamados “El Aserradero” y “El Puente”.

Coseguido el permiso, ubican como lugar apropiado , el mismo punto en que está hoy  día el Refugio “Aserradero”.

El financiamiento de la construcción, sería en base a las cuotas de los socios. Posteriormente se obtiene de parte de la Ilustre Municipalidad la concesión de 2,5 hectáreas, por 99 años.

Desgraciadamente la documentación oficial desaparece con el terremoto del año 1939, y la copia se pierde en el Club, no quedando documento oficial alguno.

Se designan para dirigir los destinos del Club, en forma provisoria, como y Vice presindente respectivamente, a los señores Enrique Puffe y Alfredo Cox; Secretario, Miguel Palet; Tesorero, Max Ungerer; Directores, Enrique Puffe, Ignacio González y Rolf Siebel.

Se discuten y aprueban los estatutos. Tambien se acuerda solicitar al Ministerio de Fomento una subvención única por $30.000.-

En Octubre, el Directorio confirma y aprueba todo lo acordado en reuniones anteriores, estableciendo la nómina de socios fundadores, que queda como sigue: Alfredo Cox, Enrique Puffe, Rolf Siebel, Ignacio Gonzalez G., Miguel Palet, Federico Flotow, Carlos Klein, Samuel Torregrosa, Tomás Medina, Benno Bornholdt, Eduardo Rioseco y Luis Melo.

Se encomienda al Sr. Siebel, solicitar a personería jurídica del Club, la que se obtiene el 24 de Diciembre del mismo año 1935. Esto permite retirar a principios del año 1936, una subvención fiscal, solicitada anteriormente, por un valor de $15.000.-

Pero ya en Febrero se había encargado al Sr. Cox, la construcción del refugio, debiendo hacerse asesorar por el arquitecto señor Nuyen.

Resulta interesante consignar, que en mayo, o sea solamente tres meses más tarde , el señor Cox da cuenta al Directorio que “el Refugio está casi terminado”. Lo construídocorresponde al Núcleo central del actual edificio, compuesto de un primer piso y una amplia mansarda. Los muros empostados, rellenos de madera en bruto, revestida de malla metálica, con baño de barro y cemento. La bóveda, íntegramente construida de piedra, y el total del techo, en base a tejuelas de alerce. El primer piso, destinado al “estar” de los socios, estaba provisto de bancas, y una estufa construída con un tambor aceitero. La mansarda, hasta la cual se subía por una escala instalada en el sitio que hoy día ocupa la pieza “La Escalera”, estaba ocupada por dos entarimados cubiertos por paja, que servián de cama en dormitorio común. Estos pajares debían ser amigablemente compartidos con los ratones; sin embargo, en una ocasión, a media noche, los ocupantes fueron bruscamente despertados por una fuerte denotación, y antes que lograran preguntar ¿ qué pasa?, el socio seños Klein, aun con su revolver en la mano, exclamaba molesto: y no le apunté!

En 1937 se concibe la idea de construir un segundo Refugio “más entrado en la cordillera” y en Febrero del mismo año, el presidente señor Cox, comunica que el Gobierno había concedido al Club una segunda subvención de $15.000.-

Se otorga al Presidente un amplio  poder para retirarla, pero dado “lo alzado de la suma”, se acuerda que la Asamblea resuelva la forma de invertirla. En octubre, los señores Ivanschitz, Sieveking y Schindler ubican como terreno apropiado para construírlo, una loma frente a lo que se denomina “Garganta del Diablo”, ubicado a 8 kilómetros al Noreste del “Aserradero”, casi en la falda del volcán a 2.200 metros de altura. Los fuertes vientos que soplan a través de la “Garganta” impiden una excesiva acumulación de nieve en ese punto.

EL Refugio, que se construye con muros de piedra volcánica, consta de un primer piso semi subterráneo para bóveda y leñera; un segundo piso para cocina y comedor, y un tercero o mansarda para dormitorio con cama de paja. Se techó con zinc. Contiguo a él se construye una caseta independiente para WC. Para tener agua, hasta hoy día, hay que acarrearla de un esterito, que corre 300 metros más abajo y en forma intermitente, o derretir nieve. Para el acarreo de materiales, hubo que abrir un sendero de 7 kilómetros a travpes del bosque en la falda y cumbre del cerro “El Gato”, transformado posteriorimente en camino carretero de montaña. La primera parte, unos dos kilomentros hasta el punto denominado “el mirador” o “el Bismarck” muy empinado, suavizándose después la pendiente; los últimos tres kilometros quedan ya fuera del bosque. La parte que atraviesa éste, hubo de señalizarse con placas metálicas en los árboles, para ubicar el camino cubierto de nieve en invierno. Este camino en verano se hace especialmente interesante por la presencia de pájaros carpinteros, con su original golpeteo y singular y el singular colorido del macho.

Cuenta, que durante el acarreo de las planchas de zinc, a lomo de mula, una plancha al golpear contra un árbol, produjo un fuerte ruido que asustó a la mula que llevaba, y ésta a las otras, y tras breves momentos, no se veían ni mulas ni planchas, debiéndose salir a recolectarlas.

Hasta el momento el Club continuaba constituído por penquistas y chillanejos; pero en 1939, se producen roces entre socios, especialmente porque los chillanejos solicitabanel traslado de la sede del Club a Chillán. Estas dificultades culminan con la renuncia del Presindente Seños Cox, y el retiro de la sesión del grupo de chillanejos, el 30de junio de ese año.

Reanudada la sesión con los socios restantes, se acuerda nombrar nuevo directorio, integrado en la siguiente forma: Presidente, Ignacio González G.; Vicepresidente, Enrique Puffe; Secretario, Carlos Klein; Tesorero, Max Ungerer y Director Samuel Torregrosa.

A continuación se aprueba una modificación a los estatutos, incluyendo el cambio de nombre del club a “Club Los Nevados”.

Después de un detenido estudio de la situación, se acuerda no dar lugar al traslado de la sede del Club, pero en cambio ofrecer a los chillanejos toda clase de facilidades para usar los refugios.

En febrero de 1942, se acepta en principio la idea de vender el “Aserradero” al reción fundado “Club de Sky de Chillán”, lo que es definitivamente rechazado en Asamblea General de Socios de 1943.

Posteriormente el Refugio fue arrendado al Club de Chillán por un corto período, declarándose finalmente caducado el contrato.

Segunda etapa

Esta etapa, como las siguientes, no tiene una delimitación precisa con la anterior ya que, si bien está construida la parte esencial de ambos Refugios, estos siguen requiriendo constantemente ampliaciones y jornadas.

Pero el Club mismo, en esta segunda etapa, está construido exclusivamente por penquistas, aunque se mantienen las más cordiales relaciones con el Club Andino de Chillán, y las actividades de ambos se desarrollan en una misma zona.

En 1944, ante la renuncia del Presidente Don Ignacio González C., y del Secretario don Carlos Kllein, se elige nuevo Directorio presidido por el Sr. Enrique Sieveking, actuando como Vicepresidente don Rudolf Turke; Secretario don Helmut Domke, conservando el cargo de Tesorero y Director. Posteriormente el cargo de Secretarios es desempeñado sucesivamente por los señores Pablo Saip en 1946, Roberto Ivanschitz en 1947 y Luis Villalón en 1948.

El señor Sieveking, excelente esquiador, muy servicial e ingenioso para solucionar cualquier problema que e presentara en una excursión, pasa aser personaje muy importante en ellas.  Su extraordinaria voluntad queda de manifiesto en la siguiente anécdota: estando en el Refugio un grupo de socios, ya al atardecer se dan cuenta que habían dejado olvidado en “Las Trancas” la vitrola; él se ofreció para ir a buscarla y partió. Como no llegara a la hora en que suponía debería haber regresado, ya obscureciendo, salieron en su búsqueda, encontrándole sentado, con la mochila afirmada en un árbol, cubierto de nieve… durmiendo, por cierto de cansancio.

En Asamblea General del 27 de febrero de 1946, se aprueba una nueva reforma de los estatutos del Club, oficializada el 16 de Diciembre del mismo año, incluyendo el cambio de nombre a “CLUB ANDINO DE CONCEPCION”, que se mantiene hasta hoy día.

En 1947 asume la Presidencia del Club don Rudolf Turke, actuando como secretario el señor Melchor Schindler, conservando el cargo de Tesorero el señor Ungerer, quien renuncia posteriormente siendo reemplazado por en el cargo por el señor ArnoSauer.

Durante este período se organiza una rifa de envergadura, con el fin de reunir fondos para construir una ampliación del refugio “Garganta del Diablo”. En esta oportunidad se rifa un auto nuevo, un juego porcelana y varios premios más, dejando una utilidad de $126.000.- El Sr. Turke, con su carácter alegre y singular entusiasmo, pone énfasis en las excursiones masivas a Garganta de Diablo. Aprovechando su calidad de ingeniero y de dueño de maestranza, hace fabricar en ella una cocina, haciéndole subir al Refugio, por cierto en verano, desarmada, a lomo de mula.

Durante su presidencia se construye una ampliación al Refugio, incluyendo un dormitorio para damas y la instalación provisoria de servicios sanitarios; nótese que para hacer uso de ellos, había que pasar por sobre una capa de varios centímetros de nieve filtrada a través de las paredes.  En este mismo periodo se adquieren 50 frazadas y 20 colchonetas.

Aprovechando gestiones del Sr. Gottschalk se adquiere una planta eléctrica para iluminación de dicho Refugio.

En 1949 es elegido Presidente don Oscar Mecklenburg, quedando de Tesorero don Luis Villalón y Secretario don Edmundo Délano y Directores don Harry Benohr y H.

Este Directorio se preocupa especialmente de contactarse con los diferentes clubes existentes, y en particular con la Asociación Central Sur.

Trata también de incentivar el entusiasmo en los socios frente a las actividades del Club.  Con este objetivo realiza una Asamblea General Ordinaria con comida de camaradería, sin conseguir a pesar de ello, una asistencia siquiera regular de socios.

En 1951 es elegido Presidente el Sr. Johann Gottschalk, quien dirige los destinos del Club hasta 1968, excepto durante el periodo 58-59 que ocupa el cargo el Sr. Melchor Schindler; actúan como secretarios sucesivamente los señores Edmundo Délano y Oscar Mecklenburg.

El señor Gottschalk con su físico extraordinario, su recio carácter y singular gusto por la naturaleza, mantiene durante este largo periodo, el entusiasmo de los socios  por la práctica  del ski con esfuerzo y sacrificio en las canchas de “Garganta de Diablo”.

Igualmente se preocupa de hacer mejoras en este Refugio, ya que el “Aserradero” mantenía su función de servir para alojamiento, de paso a dicho Refugio.

A pesar de ello, durante una de estas excursiones los socios Mario Hammersley y Pedro Hernández instalan en el “Aserradero” seis literas similares a las instaladas en el Refugio de la Universidad de Concepción, en Antuco. Estas literas de fierro con somier de cordel, fueron ubicadas en el sitio que ocupaba la escalera que subía al segundo piso, reemplazándose esta última, por una “escalera de gato” adosada a la pared. También en esta época se cambia el techo de tejuelas del “Aserradero” por zinc, agregándose una segunda salamandra.

En el Refugio de “Garganta del Diablo” se substituyen las ventanas de madera por ventanas de fierro.  Requiriendo el techo serios arreglos frente a los deterioros causados por los temporales, se da prioridad a su reparación.

Interesante es señalar que en este periodo se  logró mantener durante años el funcionamiento de mantención de comestibles en el Refugio, para que en casos de emergencia  fueran consumidos por los socios y posteriormente cancelados en Concepción, pero triste es decirlo, terminó por desaparecer, por irresponsabilidad de algunos de ellos.

La reserva de alojamiento y servicio de llaves del Refugio, fue llevado en el local comercial del Sr. Gottschlak, Por la señora Luisa de Vogel, con singular sacrificio y amable atención.

En 1958 se vende el equipo generador de corriente eléctrica; con el producto de esa venta se compran 24 literas con somier de lona, instalándose 16 en “Garganta de Diablo” y el 6 en el “Aserradero”.

Para seguridad, se cercó con alambre de púas el sitio de este último, colocándose un portón con candado.

El progreso de Recinto se hace notorio con motivo de que La Endesa lleva la corriente eléctrica hasta ese punto; y en 1965 se comienza la pavimentación hacia él.

También ya se oye hablar de la instalación de andariveles en la “Termas”, que abrirían nuevos horizontes para el Club.

Pero a su vez en esa época se presenta un problema con motivo que la firma “Xilotécnica”, para explotar los bosques cercanos a “Garganta de Diablo”, trata de pasar con sus elementos de trabajo a través de nuestro terreno.  Felizmente se consigue que construyan un camino propio a partir del camino “Shangrilá”.  En un momento se cifraron esperanzas de que la prolongación de este camino, pudiera permitir llegar a nuestro Refugio, pero ello no llegó a concentrarse.

Aspecto deportivo

La actividad deportiva de esta etapa está conformada básicamente por las excursiones masivas al Refugio “Garganta de Diablo”, con motivo de Fiestas Patrias y otros feriado. Ellas se realizaban en base a traslados desde Concepción, en camión provisto de carpa, hasta donde empezaba la nieve, frecuentemente en las inmediaciones de la Cueva de Los Pincheira.  El resto del trayecto ya involucraba una intensa actividad de ski, pues la mayor parte de los 15 kilómetros por recorrer debían hacerse en base a ellos; sólo parte de la subida de Los Pirineos y el trayecto del Aserradero al Bismarck, había que realizarlo con los ski al hombro. Aunque algunos solían hacer el total del recorrido en una sola etapa, la mayoría prefería pernoctar en el “Aserradero” y continuar al día siguiente.  Ya en el Refugio, se combinaba, según el estado del tiempo, el esquiar o la agradable convivencia en él, a pesar de las escasas comodidades que ofrecía, la camaradería y el buen humor las obviaban totalmente.  Se realizaban excursiones al Volcán, al Nevado y a las Termas.  Se organizaban pequeñas competencias, y a veces se solían dictar cursos en base a profesores nacionales o extranjeros, como es el caso de noruego Stangen.

Además de estas actividades masivas, pequeños grupos de socios, parientes y amigos, realizaban excursiones que originaban verdaderas odiseas, que daban lugar a sabrosas anécdotas; relataré algunas de ellas.

Basta imaginarse la sensación de soledad y asilamiento que debe haberse sentido en el Refugio durante las primeras décadas de su existencia, para comprender la broma de que fuera objeto de parte de sus amigos don Carlos Klein, hombre de mucha acción.  Durante una estadía en el Refugio, sin su conocimiento, se planeo un  simulacro de asalto; al atardecer salieron sigilosamente algunos de ellos, provistos de revólveres, y ya obscuro, comenzaron a disparar algunos tiros.   Los demás, aparentando gran intranquilidad, sugirieron se trataría, de un asalto al Refugio, y pidieron al “Graf Klein”, organizara la defensa, a lo que él accedió.  Hizo trancar la puerta, distribuyó a sus compañeros con sus armas en puntos estratégicos, y dicen… que él se ubicó a la salida de la escalera, con el hacha! Tras un par de tiros más en las afueras, se insinuó hacer una “descarga cerrada” de los defensores, señal convenida con los “asaltantes” para que se “retiraran”. Así se hizo, y efectivamente no hubo más disparos afuera.  Se dio por conjurado el peligro, felicitando al amigo Klein por la organización de la defensa.  Retornando los asaltantes y divulgándose la broma, se celebró con sendos tragos.

Un momento de vanidoso descontrol, pudo haber originado una tragedia.  Planeada una excursión a “Garganta del Diablo”, con mi hija y un grupo de amigas de ella, llegamos al Aserradero al medio día.  Como hubiera bastante nieve, y el tiempo se presentaba amenazante, decidí no seguir a “Garganta”, y me metí en una de las bancas a reposar. Pero escuchaba los comentarios entre la juventud “y si mañana amaneces con buen tiempo, vamos a perder de estar arriba”. Prejuiciado por lo que estarían pensando “Y por culpa del viejo”, herido mi amor propio, me levanté y cometiendo una de las imprudencias más grandes de mi vida, dispuse a subir.  Partimos con los skis al hombro y mochilas a las espaldas, con más de 30 centímetros de nieve.   Llevábamos casi dos horas, con la nieve hasta las rodillas y no habíamos recorrido la parte de la distancia a caminar.  El evidente cansancio de todos, hacía lógica la decisión de regresar, pero mi orgullo me impedía dar la orden.  En esa angustiosa situación sentimos ruido tras nosotros, y loado sea Dios, era Segundo Ocares. En Las Trancas había sabido que yo había pasado para arriba, y al llegar al “Aserradero”, se dio cuenta por las huellas que me había “tirado para el alto”.  Decidió ayudarnos y no alcanzó. No podría describir mi alivio, pero luego me dijo: “don Enrique, como veo a su gente, no vamos a abrir hoy para arriba! Le pregunté, sabiéndolo ¿y qué hay que hacer?, a lo que naturalmente me contestó volverse!. Aún dominado por increíble orgullo, le pedí “dígalo Ud.”   Ante la palabra de Segundo nadie vaciló y comenzamos el regreso.  Luego obscureció y sólo gracias a la  experiencia  de nuestro guía, en casi dos horas, lográbamos llegar al Refugio “El Aserradero”. Nadie hablaba, todos estábamos absortos pensando que a no mediar la reparación de Segundo, estaríamos sumidos en la nieve, esperando los designios de Dios.

En una excursión de un grupo de alumnos del Colegio Alemán, llegando en la tarde al Refugio, decidieron entretenerse deslizándose en trineo.  Estando la nieve blanda, se acomodaron en él tres de ellos, y se deslizaron varias veces sin problemas.  Pero al intentar hacer lo mismo al día siguiente, temprano, estando la nieve dura, el trineo tomó extraordinaria velocidad y no pudieron frenar, se estrellaron contra una piedra.   A consecuencias del golpe, uno de ellos, Álvaro Troncoso, resultó con una seria lesión en la rodilla.  Hubo de ser bajado en el trineo ambulancia, y luego, trasladado al Hospital de Chillán.

En cierta ocasión integrando un grupo de principiantes esquiadores decidimos subir a “Garganta”, aprovechando que estaba arriba un grupo de esquiadores chillanejos.  Dejando mi auto tipo turismo con capota de lona, en el “Aserradero”, bajo el clásico árbol, subimos, y fuera del normal esfuerzo, no tuvimos mayores problemas.  Pero al día siguiente, se desencadenó un temporal de nieve, y como se había volado parte del techo, tuvimos que acomodar las colchonetas de la cocina, mientras en el verdadero dormitorio sobre nosotros se acumulaba nieve. La nevazón duró tres días, no permitiendo esquiar; sólo se mantenía entretenida convivencia con juegos y uno que otro “Flirteo” ocasional.  Al tercer día por compromiso profesional, una pareja tuvo que bajar en medio de la nevazón, acompañado por Segundo hasta el “Aserradero”, y de ahí a Recinto, por cierto que a pié y lloviendo!  Volvió Segundo con la buena noticia que la capota del auto había resistido el peso de la nieve gracias a estar bajo el [árbol, pero la nieve estaba casi a la altura de las puertas!.

Al cuarto día subió la temperatura, y al derretirse lentamente la nieve acumulada en nuestro eventual dormitorio, éste empezó a gotearse, estrechándose cada vez más el espacio para las colchonetas.  Al día siguiente, los esquiadores chillanejos dijeron «esto no da para más» y decidieron bajar.  A nosotros dos con mi hija no nos quedó alternativa, y acompañados por Segundo bajamos a costalazo limpio en medio de la intensa lluvia. Ya a la vista el Refugio el «Aserradero», ella, totalmente extenuada, con un sky roto, se tendió en el suelo, suplicando «la dejaran morir tranquila». Hube de usar parte del léxico chileno puro, para convencerla que siguiera lo poco que faltaba.  Los chillanejos nos esperaban con las estufas al rojo, pero con la ingrata noticia de que la chapa de la puerta de fierro de la bóveda se había trancado, y por lo tanto no había ni comida ni frazadas! Nos secamos la ropa, comimos una tortilla que venía en una de las mochilas, junto a un resto de pisco que nos salvó de una neumonía, y nos preparamos a dormir.  Para ello nos tendimos sobre bancas colocadas en triángulo alrededor de la estufa, distribuyéndonos «turnos» para mantener el fuego.  Al día siguiente mandamos  a «Marchant» a conseguir dos yuntas de bueyes, y en primera y con cadenas, fuimos remolcados hasta la bajada de «Los Pretiles», desde donde ya el auto pudo seguir por sus propias fuerzas.  Interesante experiencia.

Hay muchas otras anécdotas que podríamos relatar sobre esta época, pero basta con las aquí narradas para que la memoria se nos active y todos recordemos otras que conocimos o de las que fuimos felizmente partícipes.

Alrededor del año 1966, las subidas al Refugio «Garganta del Diablo» se hacen cada vez más esporádicas, sólo las realizaban los más jóvenes, solteros, y por lo tanto no afectados por los problemas de niños chicos… y lentamente se forja la tercera etapa, caracterizada por la convivencia en el «Aserradero», práctica del ski en la cancha de los novicios y excursiones a los puntos interesantes del valle.

Tercera etapa

Con motivo del fallecimiento del Presidente Sr. JohamGottschalk, el año 1968 se hace cargo de la Presidencia el Vicepresidente Sr. Hans Volwein, y con el resto del Directorio se siguen realizando normalmente las reuniones de éste.

En la primera reunión, se rinde homenaje póstumo al Presidente fallecido, guardando un minuto de silencio.

La reserva de alojamiento, como la obtención de llaves, se entra a gestionar en la mueblería del Sr. Volkwein, Rengo N° 4335, por varios años.

El Director Enrique Traub, confirma no encontrarse en los archivos ningún documento que acredite en forma oficial derechos del Club sobre el terreno que ocupa el Refugio «El Aserradero», y se compromete a buscarle solución a dicha situación.

En Asamblea General de Socios de 1969, es elegido nuevo Directorio, quedando constituido como sigue: Presidente, Eduardo Traub G.;  Vicepresidente, Hans Volkwein; Secretario, ArnoSauer; Tesorero, Hagen Gleisner y Directores, Peter Rayer y Emilio Troncoso.

Las circunstancias de que al suscrito lo hayan designado para dirigir los destinos del Club, determina el hecho de que aquí en adelante, el relato en cuanto a presidencia se refiere, tome el cariz de una autobiografía, y continúe relatando en primera o tercera persona.

El placer de disfrutar de la naturaleza, manifiesto en mí desde niño, la administración de la montaña, acentuada por mis veraneos en el Fundo Atacalco, y la disponibilidad de tiempo que involucra el hecho de ser jubilado, me hacen entregarme por entero a la tarea que se me encomienda.  Al enviudar poco después,  la preocupación por el Refugio pasa a ser parte preferente de mi vida, ayudándome a llenar sus vacíos.

Como se dijo, al final de la Segunda Etapa, las actividades alrededor de “Garganta de Diablo” se ven cada vez más disminuidas; en cambio, la mejora del camino hasta “El Aserradero”, su mantención despejado de nieve la mayor parte de la temporada, intensifican la convivencia en este Refugio, acompañada de excursionismo a los alrededores: Gruta de Los Pangues, Cascada, hasta la cual Segundo abre un sendero, puente de Torrealba, camino antiguo a las Termas, y naturalmente práctica del Sky en la cancha de los novicios.

El manifiesto crecimiento de la actividad en este Refugio, determina que el Directorio entre a preocuparse de todo aquello que contribuya a mantener la buena convivencia, como a aumentar las comodidades para los socios, manteniendo si el estilo rústico, y dentro de las condiciones económicas disponibles.

Se redacta y aprueba un “Reglamento interno para uso de los Refugios”, y  se acuerda mantener un Director de turno, encargado de hacerlo cumplir.

El 10 de julio de 1970, ante una documentada solicitud del Club, el Sr. Alcalde de la Ilustre Municipalidad de Chillán, Sr. Contreras, otorga un reconocimiento de parte de esa Corporación, de la concesión de 2,5 hectáreas de terreno al Club Andino de Concepción, en el punto donde tiene ubicado su Refugio “El Aserradero”. Los títulos definitivos serían entregados cuando se dictare el Reglamento de “Villa Montaña”.

Sin embargo, en 1972, aparecen ofrecimientos de concesiones de terrenos en la zona, de parte de Ivuplan, en conformidad al proyecto de “Villa Montaña”. Estas concesiones incluyen parte del terreno cedido a nuestro Club el año 1935, y reconocido por la Ilustre Municipalidad de Chillán el año 1970.  Después de un nutrido cambio de notas, se reúnen con el Sr. Alcalde en dicha Municipalidad, el Presidente, acompañado de los socios señores Bodín, Troncoso, Gottschalk y Gajardo, estando presente los beneficios con las concesiones ofrecidas. Tras ardua discusión, y haciendo valer el Sr. Alcalde su reconocimiento anterior, consigue que los agraciados con el ofrecimiento de terrenos ya concedidos a nuestro Club, desistan de aspirar a ellos.  A continuación se ubican y delimitan claramente las otras concesiones, entre ellas la hecha al Club Árabe de Chillán, ubicado al oriente de la nuestra, y al Club Deportivo “Administración de CAP”; ubicada a 300 metros al Poniente.  La concesión al Club Árabe Maguidamche, implicaba la obligación de construir un puente sobre el río, desde el camino a las Termas, evitando así el paso de vehículos a través del patio de nuestro Refugio, con el consabido peligro para los niños que en él solían jugar.  Pero sólo después de varios años de insistencia, se logró se cumpliera este compromiso.

Con motivo de circunstancia especial, el Directorio autoriza al Presidente, para construir en e sitio que ocupaba la leñera, y sin costo para el Club, una pieza con tres literas.   Esta pieza sería reservada para él y familia cuando lo solicitara.  Gracias a ello, pudo disfrutar del Refugio, con su esposa, varias veces antes de enviudar.  La leñera fue reconstruida a continuación de la pieza.

En Asamblea de 1973, se reelige el Directorio, acordándose un voto de aplauso al Presidente, por la labor desarrollada, y se acuerda nombrar Socios Honorarios a los señores Roberto Ivanschitz, Hugo Tilly, Carlos Klein y Oscar Mecklemburg.

Como medio para llevar un control de las estadías en el Refugio, se encarga al cuidador de “Las Trancas”, exigir a las personas que subían, su inscripción  y firma en un libro ad-hoc.  En pago de este servicio, recibiría un 10% del valor de las estadías.

Tratando de mejorar las precarias condiciones para esquiar, se ensancha la cancha de novicios, y se instala un andarivel  de 50 metros de largo: mecanismo de manera, cable de cordel y como motor… Segundo y Víctor Ocares!

Con motivo de una importación de material de sky, por la Federación, los socios tienen la ocasión de adquirir varios pares de sky, zapatos y bastones, como también skis para niños.

Ante la renuncia de la Tesorera Sra. Luisa de Vogel, entra a reemplazarla don Carlos Danés.

En cuanto a mejoras materiales, en 1970, es aprobado un plan presentado por el Presidente y el Director, Sr. Heberlein, para dotar al Refugio de un sistema de agua potable. Consistía éste en elevar por medio de una bomba manual, agua del canal proveniente del río a dos tambores estanques  ubicados en el 2° piso. Estos alimentaban las cañerías para dos W.C., tres lavamanos, una ducha y un bidet.   El aprovechamiento del serpentín de la cocina, permitiría dotar al sistema de agua caliente.  Los propios ideadores del sistema, con personal de la zona, la instalaron, y los socios entraron a gozar de esta imponderable comodidad.

La aceptación de un número relativamente grande de nuevos socios, hace pensar en la convivencia de ofrecer cierta privacidad en el alojamiento. Con este objeto se construyen dentro del Refugio tres piezas independientes: “La Cortina”, “El Volcán”, y por su color, “La pantera Rosa” en el 2° piso.

El grupo de socios que ingresa al Club, lo hace más bien en busca de distracción y entretenimiento, que de practicar deporte propiamente tal.  Esta circunstancia origina ocasionalmente situaciones molestas, a la “hora del silencio”, ellos preferían jugar “brisca” hasta tarde, en medio de risas, que aunque “con sordina”, interrumpían la tranquilidad.  Conviviendo personalmente esta situación, concebí la necesidad de la existencia de un recinto semi-independiente, que permitiera a los integrantes de ambos grupos, cumplir sus anhelos, sin interferir entre sí.

La idea se concreta con la construcción de una ampliación, consistente en una sala separada de los dormitorios por un pasillo que la aísla acústicamente.  Esta es provista de mesitas y bancas donadas por el Presidente, y alhajada con cortinas y cojines, gracias a la cooperación de los socios Elsula de Asencio y Volkwein.  Las paredes son adornadas con fotografías, especialmente del volcán, varios platos de porcelana antigua, con la inscripción de compases de la música de “Los Tres Alpinos”, como también aparece adosado a una de ellas, un mapa a escala de la región, diseñado por el Presidente.  Esta sala, que hasta hoy día sirve de living-comedor, con sus amplias ventanas, permite observar desde su interior, el bello paisaje que rodea al Refugio, como brindar una espléndida vista del volcán.

Con motivo de la aparición, en 1972, de un nuevo carácter, se producían en forma intermitente en las noches, verdaderas luminarias, provenientes de inflamación de gases.  Antes de  la construcción de la ampliación, este espectáculo debía observarse desde la intemperie, de pié sobre la nieve; así lo solíamos hacer con el Dr. Reise, durante largas horas; en una ocasión, como el frío arreciaba, decidimos acompañarnos con una botella de Pisco, y en un momento dado, el Sr. Reise me hizo la observación: “se fija don Enrique, que mientras más Pisco, más grande la luminaria”.

Periódicamente se suscitaban discusiones sobre la conveniencia de instalar luz eléctrica con un grupo de electrógeno, primando la idea de mantener la iluminación en base a las “Petromax”, que dan al ambiente una característica especial, sin el ruido producido por el motor.  Sin embargo, se instala un alumbrado eléctrico de emergencia en base a batería, en los dormitorios, lavamanos, W.C. y bóveda.

En 1976, reelegido el Presidente, queda el Directorio constituido como sigue: Vicepresidente Hans Volkwein; Secretario, Pedro Muñoz; Tesorero, Humberto Melo; Directores: Hagen Gleisner y Enrique  Benohr.

Tratando de ampliar las actividades deportivas, se hacen gestiones para arrendar el “Retrack” de las Termas, en la idea de poderse movilizar hasta ellas para esquiar allí, pero fracasan.

Por renuncia a la Pro-tesorería de la señora Marion Reinbach, se hace cargo de dichas funciones el Presidente.

En la misma época se hace cargo de la reserva de alojamiento y mantención de llaves, el Sr. Enrique Benohr, en el local de su óptica.

La aparición del nuevo cráter del volcán, trae como consecuencia que el Renegado, a través de un pequeño afluente que nace cerca del volcán, traiga consigo gran cantidad de cenizas, lo que hace desagradable el uso de su agua, especialmente para cocinar.

Analizado este problema con nuestros buenos vecinos del Club Administración CAP, se estudia la posibilidad de traer agua desde la cascada ubicada frente al Refugio. Ante la decisión de ellos de hacer realidad el proyecto, aceptan hacerlo en común, aunque el aporte de ellos es muy superior al nuestro.  Se trae el agua desde un estanque ubicado cerca de la cascada, a través de una manguera de tres pulgadas, y casi desde el terminal de ella, nosotros sacamos una de 11/2 pulgada, hasta nuestro Refugio.  Con esto, entramos a tener agua extraordinariamente pura, y sin necesidad de bombear, ya que viene a presión.

Segundo Ocares, nuestro fiel cuidador del refugio desde casi treinta años, cooperador técnico en todo tipo de actividad y experto en el arte culinario, nos comunica su matrimonio.  El Club, junto con desearle completa felicidad, le regala una radio.

Estimo, como Presidente, que aunque hiera su singular modestia, se debe destacar el alto espíritu de cooperación de los socios de Lorenzo Gleisner y Hans Volkwein, tanto con aportes personales, como con entusiasmo impulsor, frente a la realización de diversos proyectos.

En Abril de 1980 fue reelegido el Directorio, aceptándose la renuncia del Secretario Sr. Pedro Muñoz, siendo reemplazado por el Sr. Miguel Torregrosa.  Se agradece su colaboración al Sr. Muñoz, sirviéndose un estupendo mariscal ofrecido por el Sr. Volkwein.

En atención al hecho de que en las fechas claves, especialmente para las Fiestas Patrias, se copa la capacidad de alojamiento en el Refugio, comienzan a barajarse ideas sobre posibles soluciones al problema. Se insinúa la construcción de cabinas independientes tipo “A”. La idea es rechazada, por estimarse que se podría perder la concesión del Club.  Nuestro Secretario Sr. Miguel Torregrosa concibe un plan de auto-construcción de piezas individuales, anexas al Refugio.  Adjunta proyecto de planos de acuerdo con el Sr. Ruiz Tagle.  Se estudia el proyecto en general, y es aceptado en principio, quedando sus proyectistas de darle forma definida.  Los derechos de sus propietarios, como sus deberes para con el Club, una vez claramente definidos, serían debidamente protocolizados.  Lamentablemente, hasta hoy día el plan no se ha materializado, primero por la incertidumbre sobre el aspecto jurídico de los derechos de pertenencia del terreno, y posteriormente por motivos económicos propios de la época.

Siempre de acuerdo al convencimiento de la necesidad de aumentar la capacidad de alojamiento del Refugio, se estudia y aprueba un proyecto de ampliación presentado por el Presidente.  Consiste en prolongar la construcción existente, en tres metros hacia el sur 44m2 en los dos pisos.  Con ellos se habilitarían dos dormitorios, y un conjunto de servicios sanitarios, compuesto por dos W.C., tres lavamanos y dos duchas.

De los dormitorios, uno en el primer piso y para cinco personas “El Saltillo” y el otro en el segundo piso para cuatro personas “El Coltrahue”.  El proyecto incluye también dos pasillos como salidas de emergencia y un W.C. y lavamanos en el 2° piso. Imitándose en los muros exteriores el estilo original del Refugio, mejora al aspecto deplorable que presentaba la fachada sur.  Encargado de su construcción el propio Presidente, con el general e la zona, queda terminado dentro del mismo año.  Los lavamanos y duchas son provistas de agua caliente, con la combinación de un serpentín colocado en el interior de una salamandra existente.  Los dormitorios son alhajados con cortinas, cojines, etc., por los señores Miguel Torregrosa y Pedro Hernández.  Aún no se ha complementado en forma funcional, la salida de emergencia del 2° piso.

En 1983, satisfaciendo un anhelo largamente sustentado por el Presidente, el Directorio acordó la erradicación de la cocina del inapropiado sitio que ocupaba, para ubicarla en la ampliación construida especialmente con dicho objeto, al lado poniente del living-comedor. La ampliación dirigida por la Comisión integrada por los Directores Miguel A. Ruiz Tagle y Pedro Hernández, incluyó una pieza para Segundo Ocares, y una pequeña leñera.  Se implementó con una cocina nueva a leña, una cocina tipo industrial a gas licuado donada por nuestro socio Miguel Torregrosa, de muebles nuevos diseñados y construidos por don Pedro Hernández, y enchapados con donación de don Jorge Ogalde, y finalmente de un estante refrigerador.

En el recinto de la antigua cocina, se habilitó como hall de recepción y sala para que los esquiadores adecuen sus tenidas antes y después de esquiar.

Convivencia y deporte

Durante esta etapa, podemos decir que siendo el tiempo favorable, casi todos los fines de semana de la temporada de nieve, tenemos la presencia de socios o visitas.  Pero, para los días de Fiestas Patrias y otros feriados especiales, se copa su capacidad.   Los 18 de Septiembre, en atención al acontecimiento tan especial a celebrar, se desarrolla un programa especial de recuerdo de nuestra independencia.  En la mañana se lleva a efecto la ceremonia de izamiento a la bandera, a los acordes del himno nacional coreado por los presentes.  En la tarde después de una pequeña alocución patriótica de homenaje a los padres de la Patria, pronunciada por el Presidente, se sirve un cóctel ofrecido por el Club.

En los días corrientes, las personas desayunan, y luego en grupos, unos parten en excursión a la Gruta de Pangues, a la Cascada o al Mirador, para volver a almorzar al mediodía; sólo en contadas ocasiones se sube a las Termas o a Garganta del Diablo por todo el día. Otros se entretienen esquiando o deslizándose en trineo por la cancha de los novicios, o simplemente esculpiendo monos de nieve o jugando en ella.

En esta forma, se ha llevado una vida de franca convivencia entre socios, y aún visitas, que han cooperado a la mantención de un calor humano que podría decirse queda rubricado por la actitud de uno de nuestros socios fundadores: el Sr. Hugo Tilly (Q.E.P.D), expresó a sus familiares como deseo póstumo al fallecer, fuera incinerado, y sus cenizas esparcidas en las faldas del Volcán.  Sus deseos fueron cumplidos por sus familiares, y su recuerdo es imperecedero.

Pero la labor del Club, no sólo favorece a sus socios y amigos, también colabora con instituciones deportivas o de enseñanza, facilitando hospedaje, que permite a docentes y alumnos, desarrollar labores que aunque con objetivos específicos diversos, tienden a cultivar la convivencia humana y el contacto con la naturaleza, involucrando indirectamente el deporte.

Por cierto, que el miembro del Directorio encargado de autorizar dichas ocupaciones, se preocupa que ellas no interfieran los derechos de los socios.

Es así como hemos tenido en varias ocasiones hospedado grupos de la Rama de Andinismo de la Universidad de Concepción, a cargo del Sr. Edgardo Reyes, ya sea en “Garganta del Diablo” o en el “Aserradero”. Durante una de estas estadías, el grupo hizo una práctica de escalamiento del “Coltrahue” (frente al Refugio), simultáneamente, tres grupos por diferentes recorridos.  La novedad de los empleados y la vistosidad de los uniformes, hicieron de ello un espectáculo bello e interesante.

En base a esta convivencia, se llegó a concretar con el Sr. Edgardo Reyes un convenio, por el cual ellos se comprometen a contribuir a la mantención del Refugio Garganta del Diablo, a cambio del derecho de usarlo, dejando siempre disponibilidad de parte de él, para nuestros socios cuando lo requieran.

En 1976 tuvieron lugar dos excursiones de cursos de alumnos del Colegio Alemán, aprovechando los días de feriado especial que el Colegio otorga a cada curso, específicamente para practicar convivencia y ojalá contacto con la naturaleza.

La primera, en Agosto, tuvo características de verdadera odisea. Invitando a participar como guía, conseguí que el 2° Comandante del Regimiento Andino de Chillán, Sr. Matelina, me facilitara un camión del ejército, cifrando las esperanzas de llegar al miso refugio, a pesar de comenzar la nieve de la Cueva de Los Pincheira.  Pero sucedió que el camión  no fue provisto de cadenas, y al llegar a la subida de los Pretiles comenzó a patinar en la nieve y no pudo seguir.

A pesar de contar con dos docenas de raquetas para minar sobre nieve, facilitadas por el Regimiento, siendo ya pasado el mediodía y encontrándonos a más de 7 kilómetros del refugio, estimé arriesgado subir a pie y fui a las cabañas de la Cueva a tratar de encontrar alojamiento en ellas.  Obtenidas en favorables condiciones, volví hacia donde estaba el grupo, junto al camión, a dar la “buena noticia”.  Al darla recibí tan marcado repudio a la idea, que consulté la opinión de las dos señoras a cuyo cargo iba el grupo.   Decidimos emprender la marcha a pie, con las mochilas conteniendo alimentos para cinco días, y 15 kilos de carne que se ubicaron sobre mi trineo! La fuerte subida y con más de 30 centímetros de nieve, resultó pesadísima.   Comenzamos a sacar de las mochilas todo aquello envasado en tarros, y lo íbamos dejando escondido a orillas del camino.   Luego comenzó a obscurecer, y a pesar de llevar cinco linternas, la marcha se hacía cada vez más problemática y lenta.  Con las señoras que participaban, hicimos uso de todos los incentivos para conseguir que la caravana siguiera caminando.  Incluso recurrí al humor: recuerdo haber preguntado a una niña que llevaba una tremenda mochila, si llevaba en ella una guitarra o un piano! A pesar de todo escuchaba de vez en cuando: “no se preocupen, déjeme aquí, no puedo más”! Diría que fue indescriptible mi entusiasmo  cuando por fin apareció el letrero de “Shangrilá”, lo que indicaba que estábamos a 1 kilómetro de “Las Trancas”. Lancé mi gorra al aire y ya logré infundir confianza como para seguir.  Llegamos primero con un grupito de jóvenes a “Las Trancas”, y me dijeron “nos vamos a acostar”, a lo que respondí: salimos todos juntos y llegaremos todos juntos.  Entreténganse y cuando estemos todos, cantaremos una canción, comeremos y … a acostarse en el suelo, en la única pieza.  Los últimos en llegar fueron por cierto los remolcadores del trineo. A la mañana siguiente seguimos al Refugio.  Durante los días siguientes bajaban esquiadores a buscar las provisiones dejadas a orillas del camino y se esquió en la cancha de los novicios y en las Termas.

También tuvimos hospedados por varios días a un grupo de jóvenes, que a cargo de un pastor Evangélico Luterano, Sr. Friedrich Wirnsberger, se preparaban para su confirmación. Uno de ellos, de estatura extraordinaria, protagonizó una escena “casi increíble”. Venía entrando al comedor, a través de la puerta que los separa del pasillo, trayendo sujeta con las dos manos una bandeja con dos velas encendidas.  Totalmente preocupado que no se le apagaran ni se le cayeran, no reparó en que la altura de la puerta no le permitía  pasar erguido; dio con tal fuerza con la frente contra el dintel, que logrando su objetivo, hubo de sentarse rápidamente y por varios minutos hasta reponerse del semischock. Posteriormente se adecuó la puerta.

El segundo grupo, en Octubre, llegó al Refugio casi sin nieve, pero al tercer día hubo una fuerte nevazón.  En excursión al puente de Torrealba, realizaron una guerra de nieve, en que casi mataron a su profesor. Durante estas visitas, los coros de los participantes alegraban el ambiente.

Un  grupo de alumnos del Instituto de Biología de la Universidad de Concepción, a cargo del profesor Jorge Artigas, llevaba como objetivo, reunir material de estudio, léase “toda clase de Bichos vivientes de la zona”; muy en especial, lograron reunir caso quinientos chichimoyes o chinchimoyes, insectos que se defienden lanzando un chorro de un fortísimo mal olor, que si llega a alcanzar un zapato o cualquier prensa de vestir, no queda otro recurso que quemarla.

Un caso diferente, pero muy interesante, lo han constituido las visitas al refugio de grupos de alumnos “no videntes”, realizadas durante dos años consecutivos (83 y  84), de la Escuela de Ciegos de Concepción. El grupo es llevado en microbús de la escuela, a cargo de dos profesoras y un inspector.  Durante la estadía, los niños se integran a todas las actividades propias de un hogar, combinando con excursiones a la nieve.  Según expresión de las profesoras, los niños logran percibir un mundo diferente al que viven, con impresiones que les perduran y los incentivan; se hace evaluación durante el año, de la capacitación de cada uno y del conjunto, lográndose apreciar claramente el interés por “el próximo viaje a la nieve”.

Constituyó un honor y orgullo para el Club, la visita por varios días al Refugio, de un grupo de alumnos y alumnas del Instituto de Biología de la Universidad de Munchen, Alemania, a cargo de dos profesores. Los integrantes del grupo realizaron plenamente su objetivo, con la observación y recolección de vegetales e insectos de la región.  Igualmente con la observación del Volcán, que les prodigó varias, aunque pequeñas demostraciones de su poder.

A pesar de haber sido la visita en abril, pudieron apreciar muy bien las veleidades de la cordillera. Aún con regular tiempo, y a pesar de advertencias amenazantes, organizaron una excursión al valle de “Aguas Calientes”, distante unos 8 kilómetr5os al oriente, o sea, al interior de las Termas. Por cierto a pie, llevando a lomo de caballo algunas carpas, prácticamente de verano, llegando al punto del objetivo: el nacimiento del Diguillín.  Entusiasmados con la temperatura del agua caliente, se preocuparon de bañarse, y no de instalar las carpas en debida forma, dado las probabilidades de temporal.  Ya obscuro, las instalaron, y no demoró en comenzar el temporal.  A media noche se rompió la carpa principal, y los ocupantes debieron refugiarse en las restantes. Como no les hicieron las acequias necesarias, el agua empezó a correr por debajo y dentro de algunas.

Dicen, y como me lo contaron lo cuento, que un joven pasó la noche sentado en tres tarros de conservas, sobre un torrente de agua.  A las 5:00 AM comenzó a nevar, y ante el temor de no encontrar el sendero de regreso, aclarando, decidieron volver.  Como las vestimentas que llevaban, no eran en absoluto apropiadas a las circunstancias, algunas personas con zapatillas de gimnasia, el retorno fue un tanto desastroso, llegando mojadas hasta las prendas más íntimas al bus, que por cierto, los fue a buscar a las Termas.  Finalmente, ya en el Refugio, y con el espíritu propio de la Juventus, todo fue jovialidad.  Al día siguiente amaneció un sol esplendoroso.  El Refugio se cubrió de carpas y sacos de dormir secándose, y … las lolas se descubrieron el congelamiento de un dedo del pie de una lola, que no se recuperaba del todo, cuando siguieron viaje al norte al día siguiente.

También han aprovechado nuestra hospitalidad, dos años seguidos durante cinco días, grupos de 25 alumnos de la Escuela N°9, a cargo de la monitora de montaña señorita Lucía Bedding.  Estas giras son programadas por el Sistema Comunal de Educación.  Durante ellas las niñas aprenden a convivir con personas diferentes, desarrollando toda la gama de actividades del hogar, dentro de una disciplina que se las haga agradable.   Practican juegos especiales, pero sobre todo se les inculca el cariño por los elementos de la naturaleza, su importancia, y finalmente disfrutar de un clima extraordinariamente bueno.

En Julio de 1982, el Gobernador de Ñuble, Coronel Valenzuela,a  través de conversación telefónica con el Presidente del Club, solicita autorización para el hospedaje en el Refugio, durante un mes, de la oficialidad, instructores y alumnos de la Escuela de Alta Montaña de Río Blanco (Los Andes).

La razón para solicitarlo, fue poder realizar en la zona de Chillán, la instrucción de práctica en nieve del alumno de la Escuela.  Esta, que anualmente se realiza en Portillo, no era posible hacerla en ese lugar ese año, por la excesiva nevazón habida.  Dada la importancia del objetivo, el Club accedió, y el Refugio estuvo ocupado durante un  mes, sin otro problema que el tenerse que privar de usarlo algunos socios que así lo tenían programado.

Tras una ceremonia de entrega oficial, en perfectas condiciones, el Director de la Escuela, Teniente Coronel Hernán Camus A. envió una carta de agradecimiento al Club y obsequió un precioso recuerdo.

Desgraciadamente muy poco tiempo después, un accidente provocado por un rodado en Portillo, cuesta la vida a dos de los oficiales que habíamos hospedado.  El Club envió pésame, que fue agradecido por el  Comandante del Regimiento “Guardia Vieja”.

 

 

Cuarta parte

Esta etapa comienza paulatinamente, a medida que mejoran las condiciones del camino desde Las Trancas a las Termas, y se despeja la nieve durante la mayor parte de la temporada de invierno.   Como ya se dijo, se caracteriza por pasar a ser la actividad prioritaria, la práctica del sky aprovechando los andariveles de las canchas de “Las Termas”, la variedad de tipos de canchas que ofrecen los andariveles, de novicios, “don Beno” y Telesillas, permiten practicar en óptimas condiciones a esquiadores de todas las categorías, siempre y cuando disponga de los medios económicos necesarios para solventar el valor de su uso, de por sí bastante alto.  Pero, hay que reconocer, permiten deslizarse muchas veces dentro de un tiempo determinado, y gracias a los instructores aprenden rápida y correctamente.

Pero a la inversa, la convivencia en el Refugio, sin perder importancia ni su agrado, se ha reducido a la hora del desayuno y horas de la tarde, después del cierre de los andariveles.  El mal tiempo eso sí, se encarga de prolongarla frecuentemente.

Evolución en la situación jurídica de los terrenos del Club

Como ya se expusiera anteriormente, primero se obtuvo un simple permiso para construir el Refugio “El Aserradero”, en terreno de las Termas, en el pinto del mismo nombre, a orillas del renegado, ubicado inmediatamente al lado Nor-Oriente del puente que cruza el río en ese sector.  Posteriormente la Ilustre Municipalidad de Chillán otorgó al Club una concesión gratuita por 99 años, de dos y media hectáreas en el mismo punto.

Desgraciadamente la documentación oficial se perdió con motivo del terremoto de 1939, siguiendo igual suerte la copia en poder del Club.  Ante esta situación, en 1970, el Directorio mediante una documentada solicitud, el 17 de agosto, obtiene del Sr. Alcalde de la Ilustre municipalidad, Sr. Eduardo Contreras Mella, la oficialización de dicha concesión, “que se entrega para mientras se otorgan los títulos definitivos de acuerdo al Reglamento de Villa Montaña, debiendo el Club determinar el monto de un aporte parta colaborar al Plan Regulador de esa Villa”.

El Club ingresa en Tesorería Municipal la suma de E° 1.000.- con dicho objeto; la Municipalidad transcribe la presentación del Club a la Dirección de Obras Municipales y Defensa Municipal.

El 15 de noviembre de 1971, el Club solicita a la Ilustre Municipalidad, la entrega de títulos definitivos, sobre la base de la concesión del año 1935, y la oficialización de ella en 1970.

En la misma fecha, se envía nota manifestando la extrañeza de Club, ante rumores de haberse concedido a terceros, parte del terreno ya concedido a nosotros, adjuntándonos plano topográfico del terreno.

Sin embargo, como ya se expusiera, en 1972 el Club se impuso que Ivuplan había concedido a instituciones o terceros, terrenos de la zona entre los cuales figuraba parte de terreno concedido a nuestro Club por la Ilustre Municipalidad en 1970.

En Reunión del Sr. Alcalde con comisión de socios y Directores de nuestro Club, y los beneficiados por las concesiones que incluían parte de nuestro terreno, estos últimos aceptaron renunciar a dicho ofrecimiento quedando aparentemente eliminado todo posible problema sobre nuestros derechos.

A pesar de esto, en 1981, en reunión celebrada con el Sr. Alcalde don Luciano Cruz, en la Ilustre Municipalidad de Chillán, fuimos informados oficialmente con el objeto de cumplir una disposición gubernamental, la Municipalidad licitaría el total de terr5eno del fundo Termas Minerales de Chillán, ubicado en la comuna de Pinto.

Luego, “en atención a que nuestro Club no tenía ningún título definitivo sobre el terreno en que estaba construido el Refugio, se nos reservaría el derecho de comprar, previamente  a la licitación que se llamaría, la extensión de 1.500 m2.

Tras varias reuniones y notas intercambiadas entre los meses de octubre de 1981 y julio de 1982, en que hicimos presente nuestros pretendidos derechos fuimos obligados a aceptar en última instancia, la compra de 2.500 metros cuadrados, en $254.000.- expresados en U:F:, con una parte al contado y tres cuotas anuales con un interés del 12% anual.  Ya decididos a aceptar, no habiendo otra alternativa, ya que aunque habíamos hablado con el Sr. Gobernador sin obtener ningún resultado, se presentó un hecho circunstancial, ya anteriormente expuesto en la página (  ), en retribución al cual la Gobernación obtuvo de la Ilustre Municipalidad el aumentar la extensión de terreno a vendérsenos, a una hectárea, en las mismas condiciones de plazo e interés.

Fue así como con fecha 5 de noviembre de 1982, el Club firmó la escritura pública de compra de la hectárea de terreno, en la alzada suma de 336,270 U.F., cancelando al contado el 30%, esto es, 100,88 U.F. y en tres cuotas anuales el saldo de 235,389 U.F., más el recargo por intereses de un 12% anual.

Debo señalar que para poder hacer frente a la cuota al contado, para la cual el Club no estaba preparado en esos momentos, hubo de recurrirse a los socios, y así se contó con la colaboración voluntaria de los integrantes del grupo de autoconstrucción de piezas privadas, que en esos momentos estaba formado por los señores Lorenzo Gleisner, Mario González, Jorge Ogalde, Alberto Poch, Miguel Torregrosa, Dagoberto Muñoz, GuntherInvanschitz, Carlos Heyer, Mario Hammerley y Pedro Hernández, quienes aportaron $10.000.- cada uno, a cambio de derechos establecidos en un documento para que se les respetara en el futuro, poder ejecutar dicha construcción.  Se reunieron por este concepto $100.000.- y de además se les solicitó a todos los socios una cuota extraordinaria de $2.000.-

Ya totalmente canceladas todas las cuotas del sitio, pasamos a ser propietarios definitivos del terreno.

Dicha compra, obligada y sin alternativa, significó un esfuerzo grande para el Club, pero a pesar de él, se hicieron dos ampliaciones y la erradicación de la cocina a su nueva ubicación.